B) Trabajo grupal: Armar una comentario reflexivo sobre el texto (de ser posible utilizar categorías conceptuales que Gentili enuncia) y compartirlo en este blog.
Reflexión grupal sobre el texto “un zapato perdido” (Acuña Antonella, Altamirano Florencia, Borgo Juan Cruz, Galeano Paula, Quinteros Evelyn, Voscovoinik Florencia.)
Como punto de partida mencionaremos la mirada normalizadora que se expresa en el texto. Desde ella se perciben las distintas realidades sociales como normales o naturales, y aceptamos tal cual las percibimos. Un ejemplo de esto es el trabajo infantil, el cual se puede observar comúnmente en los niños provenientes de condiciones pobres, vendiendo diarios o pidiendo monedas, en cualquier punto de las ciudades y horarios. Si bien todos sabemos que esto no tendría que ser así, lo tildamos como natural o normal. Desde allí podemos distinguir dos divisiones. Por un lado lo “normal”, que se puede ejemplificar con el trabajo infantil que mencionamos anteriormente. Y por otro lado, lo “anormal”, que se puede ejemplificar cuando una persona pobre logra salir de su estado de indigencia para ocupar un mejor lugar social gracias a un trabajo digno. Aquí vemos a lo “normal” como lo natural –naturalizado- algo que es y va a ser así, aunque no tendría que serlo; y lo “anormal” como algo extremadamente extraño, y que nunca se pensaría posible aunque lo fuese. Profundizando en este último punto, debemos mencionar que los índices de analfabetismo han disminuido, pero la exclusión educativa no ha cesado, simplemente se ha desplazado. Algo parecido ocurre con los índices de pobreza, lo cual nos remite a la necesidad de políticas más abarcadoras y justas. La ausencia de las mismas demuestra una sociedad fragmentada, distinguiéndose personas con diferentes posibilidades y realidades sociales. Las personas no favorecidas ocupan un lugar de invisibilidad en nuestras realidades, y a su vez estas dejan de ser un problema social, y pasan a ser un dato, una estadística más. De esta manera, podemos mencionar la presencia de una mayoría, que es la suma de múltiples minorías (pobres, analfabetos, desempleados, entre otros), la cuales se refieren al conjunto de realidades sociales desplazadas y vulnerables, a las cuales el autor llama “invisibles”. El auto diferencia tres clases de exclusión: • Expulsión o exterminio. • Confinamiento o reclusión. • Segregación inclusiva. Haremos principal hincapié en la tercera clase de exclusión, ya que el autor afirma que es la forma aceptada por la sociedad. En palabras textuales: “… son los subciudadanos, que conviven con los incluidos, pero sin sus derechos…” Creemos que esto hace referencia a la aceptación que hoy en día les damos a los marginados de la sociedad, haciendo de esto algo normal, cuando en realidad no lo es, y hay una explicación histórica. Para concluir, queremos reflexionar sobre la siguiente frase que el autor expresa: “…La escuela democrática debe contribuir a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta…” Según nuestro criterio, creemos que las divisiones sociales nunca desaparecerán, pero el objetivo debería ser buscar la equidad social entre las diversas realidades, para que así todos podamos gozar plenamente de nuestros derechos sin ninguna clase de discriminación; y por consiguiente desplazar la condición de invisibilidad de los sectores vulnerables. Para lograrlo, no solo el sector gubernamental debe tomar cartas en el asunto, sino también todas las personas que conforman la comunidad.
REFLEXIÓN SOBRE "UN ZAPATO PERDIDO" (KUHN, VICTORIA BELÉN) Resulta normal ver centenares de chicos deambulando por las calles, sin zapatos y pidiendo limosnas, así de esta manera se vuelve a los hechos cotidianos, por ejemplo la concentración de la riqueza para algunos o la ampliación de miserias o pobreza para otros, a través de los discursos de los medios de comunicación. En otras ocasiones, no todo es "normal" como dije en un principio; también hay situaciones "anormales" en nuestra sociedad y es que un niño de clase media ande descalzo ya que esto ocultaría u oculta hechos visibles. Por lo tanto puedo expresar que la exclusión es invisible a los ojos, en tanto y por cuando se suprime, se excluye en situaciones especiales o se segrega. De esta manera así,"los excluidos" deben acostumbrarse, y la exclusión se "normaliza" desapareciendo como problema y se vuelve solo un dato, nos acostumbra a su presencia y llega a producirnos indignación. Esta indignación se produce al descubrir que, en gran parte del mundo hay mas excluidos que incluidos. A raíz de esto y por lo tanto, la misión de la escuela democrática es contribuir de alguna forma a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta; ademas que todos los chicos y/o adultos tengan el mismo tipo de escolarización y no ofrecer y plantear que la educación pobre es para los pobres y también permitir a las diferentes élites la posibilidad de poder acceder a una educación de excelencia.
Reflexión sobre el texto. Oliveri Agustina y Pereyra Marina.
A partir de la lectura del texto: “Un zapato perdido” podemos decir que lo que resalta el autor, el problema de la exclusión, es algo que se manifiesta de manera recurrente en nuestra sociedad. Pero aquí la cuestión central es que muchos de nosotros sabemos que esto está presente pero pareciera que es más fácil hacer oídos sordos y, por lo tanto, no nos hacemos cargo de un problema que cada vez se acrecienta. Por otra parte, percibimos que todos sabemos de qué se trata y a quienes afecta la exclusión, pero tendemos a tomarlo como algo “normal”, algo que sucede, sucedió y siempre va a estar presente. La exclusión afecta directamente a la educación, fingiendo un tipo de inclusión que en realidad se basa en dar escasa/pobre formación a las personas de bajo nivel económico; beneficiando a aquellos sectores más privilegiados. El Gobierno es aquel que trata de subsanar las necesidades de los sectores más vulnerables por medio de planes o políticas sociales, dibujado la desaparición de la exclusión. Sin embargo, lo alarmante es que no trata las causas de esta problemática, no las explica; sino que se empeña en dar soluciones rápidas a un problema que tiene una larga trayectoria. Ahora, es fácil hacer recaer la responsabilidad solamente en el Gobierno, pero como miembros de la sociedad es importante reconocernos como responsables y cómplices, ya que en muchas ocasiones somos quienes “hacemos exclusión”, en todo tipo de actos y ámbitos. Tenemos que tratar de no callar problemáticas como la pobreza o la exclusión y ver el modo de poder llegar a las causas que las generan. Como futuros docentes nuestro rol es ofrecerles un punto de vista crítico a los alumnos para que puedan ver estos problemas que forman parte de la comunidad en la que estamos, y no mantenerlos en el silencio; porque de lo contrario, continuará siendo así y será cada vez más difícil encontrarle una solución. Debemos luchar por una sociedad más justa, en la que todos tengan igual acceso a la educación y que la misma permita formar personas críticas, con la capacidad de interrogarse, cuestionar para indagar acerca de aquellos problemas que nos afectan. En cierta forma, se trata de dejar de lado un poco el egoísmo y ver como se encuentran los demás miembros de la sociedad que construimos entre todos.
Análisis: “El zapato perdido”. Tonello, Tamara. A partir del relato de una actividad cotidiana llevada a cabo por una familia de clase media, el autor, refleja los profundos contrastes donde, por ejemplo, el lujo y la miseria conviven. En esta narración toma como objeto simbólico un zapato, el cual tenerlo o perderlo, representa la ausencia o no de los derechos humanos más elementales. De esta manera, nos deja comprender cuestiones como la exclusión social y educativa. “De allí que, mientras es ´anormal´ que un niño de clase media ande descalzo, es absolutamente ´normal´ que centenares de chicos deambulen sin zapatos por las calles de Copacabana pidiendo limosna.” En esta cita se explica como la exclusión se normaliza y así, se naturaliza, y en consecuencia se invisibiliza. En las sociedades fragmentadas, “…la exclusión se desvanece en el silencio de los que la sufren y de los que la ignoran… o la temen.” A pesar de que estas situaciones nos indignan y nos generan impotencia, su presencia nos parece tan natural que, de alguna manera, nos deja de preocupar. Tal vez por resignación o por miedio, los no excluidos se acostumbran a la exclusión, así como también los excluidos. Así, la exclusión se vuelve tan cotidiana que deja de espantar. “Y el temor es siempre aliado del olvido, del silencio…”. La exclusión se vuelve transparente y por lo tanto invisible. Según Robert Castel, existen cualitativamente diferentes formas de exclusión. Por un lado, la supresión completa de una comunidad mediante la expulsión o el exterminio. Este tipo de exclusión está presente en colonizaciones, holocaustos, dictaduras, gobiernos civiles, gobiernos irresponsables. Por otro, la exclusión como mecanismo de confinamiento o reclusión. Ésta, recae sobre los niños delincuentes, los indigentes, los abuelos que viven en asilos, los niños que concurren a escuelas “especiales”, los ancianos excluidos en geriátricos. La tercera forma de exclusión es la forma “generalmente usada para excluir”. La naturalización de los problemas es un hecho de construcción histórica, ideológica, discursiva, moral. Tenemos tan arraigada la exclusión que se vuelve parte de nosotros, de la sociedad. Nos volvemos ciegos ante lo claramente explícito. Aunque parezca contradictorio, la escuela ha sido una institución de exclusión. Este fenómeno se muestra no solo comparando países sino también, comparando las instituciones de un mismo país, expresando así, circuitos educativos diferenciados. Estos circuitos segmentados ofrecen educación pobre para los pobres y una educación de excelencia para quienes tienen la posibilidad de acceder a ella. Este escenario muestra como la escuela, institución social encargada de formar ciudadanos para la sociedad, contribuye a tomar visibles los procesos de exclusión pero no a reflexionar sobre ellos. Entonces, si la escuela es un organismo clave para la sociedad, refiriéndome aquí a una sociedad demócrata, ¿por qué “aporta” a normalizar la exclusión? ¿No debería provocar reflexión sobre esto? El normalizar este hecho lo hace invisible, inexistente y es eso justamente lo que no debe suceder. “La escuela democrática debe contribuir a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta.” “(mirada)…que supone negar los más elementales derechos humanos y sociales a las grandes mayorías.” La escuela debe aportar su granito de arena fundamental en este proceso de lucha contra la desigualdad. Al luchar contra ésta y otras desigualdades estamos trabajando en pos de una sociedad donde ser diferente solo sea un proceso de construcción de nuestra personalidad, autonomía y libertades. Y donde se pueda diferenciar entre el perder un zapato por descuido o por negación.
Reflexión sobre el texto "Un zapato perdido". Belmonte, Marianela; Piemontesi, Natali y Polo, Luciana.
En el texto “Un zapato perdido” podemos ver que el autor manifiesta varias ideas. Una de ellas, y la principal, es la generosidad que revela la sociedad ante un acontecimiento tan sencillo como lo es la pérdida de un zapato, no es el hecho de la pérdida del zapato lo que incomoda sino cómo la gente reaccionaba ante esta situación. La gran incongruencia, así como el autor lo menciona en el texto, es que la gente que vive en este lugar está familiarizada con el hecho de ver niños descalzos continuamente y familias viviendo a la intemperie, pero aun así reaccionan “sorprendidos” al ver que el niño que va en el coche llevado por su padre perdió su zapato y se lo hacen saber a éste, solamente por el hecho de ser de clase media, claro ejemplo de hoy en día, no parece interesarnos mirar más allá de nuestro alrededor. La pérdida del zapato es un hecho que nos causa curiosidad ya que es anormal ver a un niño de clase media descalzo, pero es absolutamente normal que chicos de la calle deambulen en esta situación. Es aquí donde la “anormalidad" vuelve los acontecimientos visibles, y al mismo tiempo la “normalidad" tiende a ocultarlo. Lo normal se vuelve cotidiano y la visibilidad de lo cotidiano se desvanece como producto de su naturalización. La exclusión es invisible a los ojos y la invisibilidad es la marca más visible de los procesos de exclusión. Como afirma el sociólogo Robert Castel existen tres formas diferenciadas de exclusión. Por un lado, la supresión completa de una comunidad por expulsión o exterminio. Por otro la exclusión como mecanismo de confinamiento o reclusión y como tercera modalidad el segregar incluyendo" atribuyendo un status especial a determinadas clases de individuos. Esto tiene que ver con la escuela ya que la proclamada unidad de los sistemas educativos nacionales siempre fue más una aspiración que realidad. Estos circuitos fueron configurando un orden institucional donde la norma ha sido casi siempre la de ofrecer educación pobre a los pobres y permitiendo a una élite el acceso a una educación de excelencia. La posibilidad de disminución de estos índices no necesariamente deberá significar el fin de estas políticas de segregación sino que intensifica los procesos de exclusión incluyente. Estos problemas de exclusión suceden a diario alrededor nuestro y en innumerables partes del mundo no solamente en Río de Janeiro, lo más grave es que nos acostumbramos a ver estas situaciones. La escuela, como señala en el texto, también hace estas exclusiones dando una mejor educación para los ricos y dándole a los pobres una educación de menor calidad cuando en realidad lo que debería hacer es, “...ayudar a interrogar, cuestionar, comprender los factores que han contribuido a la barbarie que supone negar los más elementales derechos humanos y sociales a las grandes mayorías”. Así mismo, nosotros como docentes deberíamos plantearles a los alumnos éstas diferencias entre clases sociales pero que se den cuenta que el problema es importante en ambas clases, que cuando vean a alguien “descalzo” de clase baja reaccionen de la misma manera que lo harían con alguien de clase media.
Para hacer una reflexión sobre el texto de Pablo Gentili, “El zapatito perdido”, primero podríamos definir que es la exclusión social. Se entiende por exclusión social la falta de participación de segmentos de la población en la vida social, económica y cultural de sus respectivas sociedades debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades básicas que hacen posible una participación social plena.
Los excluidos están por todos lado, ¿por qué entonces no los vemos?. Aprendemos a normalizar situaciones que vemos a diarios, como lo es por ejemplo un niño pidiendo en la calle. Nos acostumbramos a vivir con su presencia. El Estado, responsable de dar condiciones apropiadas a quienes mas lo necesitan, no aplica estrategias aptas para solucionar la problemática, entonces la exclusión se reduce a ser solamente una estadística . La normalización de la exclusión empieza por el miedo, “aliado del olvido y del silencio” dice el autor Gentili.
La educación juega un papel fundamental y a la vez contradictorio, ya que al formarnos y ser parte del sistema educativo, se está a “salvo” de la exclusión pero a la vez, ese aprendizaje llevará a excluir a otros, a tener esa mirada normalizadora. La educación se encuentra segmentada, brindándole mejores posibilidades a aquellos que puedan pagar por ella. La escuela, en su participación activa en la vida de los seres humanos y a pesar de ser parte del sistema, debería realizar un cambio y generar conciencia. Nosotros como futuros docentes, debemos tomar el compromiso y ampliar la visión de nuestros alumnos. Como logramos extender nuestra mirada y perspectiva a través de este trabajo.
Podemos decir que Gentili a través del relato intenta analizar la situación social en el contexto actual de desigualdades tan evidentes que se normalizan y naturalizan tornándose así invisibles y dejando al descubierto el proceso de exclusión social que parece haber perdido su capacidad de conmover al resto de los ciudadanos, quienes frente a una cruel realidad vivida por millones de conciudadanos, más allá de percibirlo como un dato estadístico de la realidad, no llegan a movilizarse, lo ignoran como problema y por lo tanto para ellos se desvanece. Así podemos apreciar que menciona los profundos contrastes que conviven y confrontan en una misma cuidad, el lujo y la miseria; la ostentación y el extremo desamparo. Esta realidad se enmarca dentro de un sistema capitalista voraz que constantemente genera un circulo de exclusión donde los incluidos y quienes se encuentran bajo la condición de excluidos se perciben con un temor y una desconfianza recíprocos, así también la mirada selectiva de aquellos más privilegiados que registra solo lo que relaciona con sus pares en el sistema y ve como un obstáculo en su camino las peripecias vividas por tantos excluidos. Esta modalidad de exclusión, que consiste en segregar incluyendo acaba por generar más individuos fuera que dentro del sistema, los que no alcanzan las expectativas del mismo terminan “a la intemperie” ya sea los pobres, desempleados, inempleables, sin techo, mujeres, sin tierra, ancianos, negros … cualquier persona que por algún motivo no resulte funcional al sistema. Respecto al sistema educativo el autor expresa que más allá de sus intentos en Latinoamérica de universalización escolar para contribuir a la disminución de la brecha, la norma no ha dejado de ser en sus palabras: ofrecer educación pobre a los pobres y permitir a las elites la posibilidad de acceso a una educación de excelencia. Constituyéndose en un apartheid educativo que no cesa ya que las políticas adoptadas para cambiarlo no han sido efectivas. No se ha llegado a atacar las causas de este proceso simplemente se han focalizado en atender a los efectos. Porque la justicia social en esta región del planeta no resulta conveniente a los intereses del sistema económico, existe entonces escuela para pero el derecho a la educación paradójicamente es para unos pocos. Una falsa solidaridad, discriminativa, con la excusa del estímulo a la responsabilidad social ha extendido una avalancha de mensajes del marketing social (sea amigo de los pobres) de empresas y gobiernos, ahora sensibilizados por la miseria, o más que sensibilizados en nuestra opinión preocupados por sus intereses que podrían ser afectados por las necesidades y demandas de estas masas excluidas. El anhelo que se manifiesta al final del texto refleja el deseo de que las futuras generaciones tengan acceso a una educación verdaderamente justa y liberadora que permita enseñar a mirar a todos, sin distinciones, sin prejuicios. Particularmente compartimos este deseo del autor ya que lo visualizamos como única posibilidad de cambiar esta realidad tan injusta.
Lo que refleja el texto del “zapato” es cómo como sociedad, si bien reconocemos que existencia de una población menos privilegiada, lo asumimos como algo cotidiano y normal. Desde nuestro lugar de privilegio, éste es el status quo de nuestra sociedad, la manera en la que ésta funciona, y aunque existen maneras en las que esto se puede cambiar preferimos quedarnos en nuestra zona en confort y ser tan solo unos espectadores ante la exclusión que otros y nosotros mismos generamos. La normalización de la exclusión se produce al descubrir que, a fin de cuentas, en una buena parte del mundo hay más excluidos que incluidos. Podemos diferenciar tres formas de exclusión: - Supresión completa de una comunidad mediante la expulsión o exterminio, por ejemplo: los refugiados que mueren tratando de cruzar las fronteras, ya sea desde México hacia EE.UU. o desde África hacia Europa; - Expulsión como mecanismo de confinamiento o reclusión, por ejemplo las personas con enfermedades psiquiátricas que son confiscadas por sus familias o el Estado en hospitales públicos, donde su estadía no es controlada y hasta, a veces, insalubre; - Y segregar incluyendo, como los drogadictos que son “incluidos” en sistemas de recuperación pero al mismo tiempo son excluidos porque el Estado mismo no brinda un buen servicio por falta de buenas políticas de salud ; Segregar incluyendo es la forma “normal” de excluir. Y de esa manera es transparente o invisible. Se produce mediante la aceptación de los “incluidos”. Es una construcción histórica, ideológica, discursiva, moral que se introduce en la vida cotidiana. “Nadie ve nada, nadie sabe nada. Y cuando las cosas se ven, cuando todos saben todo y nadie dice nada, la mirada cotidiana las vuelve ajenas”. Desde los procesos de colonización, los sistemas educativos se desarrollaron a diferentes velocidades. En América Latina se crearon sistemas educativos muy diferenciados, de acuerdo a los tipos de población, infraestructura, y el ejercicio de las funciones docentes. Estos generaron diversidad institucional, donde la norma casi siempre era ofrecer una educación pobre para los pobres, mientras que las clases de elites obtenían un nivel educativo de excelencia. Es así que el derecho a una educación, se constituye como un privilegio para aquellos que estén en condiciones de poder pagarlo.
Reflexión sobre el texto “Un Zapato Perdido” de Pablo Gentili por Juan Agustín Raimundo
La normalización de lo anormal está sujeta a la cantidad de exposición que recibe una persona a la anormalidad en concreto. Así es pues, que las personas en las sociedades latinoamericanas, donde “el lujo y la miseria conviven de forma no siempre armoniosa” (Gentili) normalizan la exclusión de diversas partes sociales; niños de la calle, sin techo, negros, analfabetos, desempleados, personas con capacidades diferentes, etc. Esta normalización es la que no permite abordar soluciones a estos problemas, porque siquiera vemos un problema, y si lo vemos es algo fugaz que dura solo el momento en que lo percibimos como tal y se va de nuestras mentes al doblar la esquina, quizás relegando la solución al “Estado” como que si este por obra de magia fuera a solucionar los problemas antes presentados, olvidando que el estado es un reflejo de su sociedad ya que lo componen personas que son parte de ésta. La normalización vuelve invisible los problemas sociales. La escuela es medio de exclusión en donde se persigue una homogeneidad que, al no ser cumplida por diversos factores por parte de una porción de su alumnado, el mismo queda excluido, rebasado por demás pares, entes compactos de una hegemonía de función normalizadora. Para afirmar esto podemos basarnos en el emblema mayor de las escuelas primarias públicas, el cual es el guardapolvo blanco, hecho para proteger la ropa, evitar que sea la ropa rota, descocida o maltratada con la cual algunos alumnos deben asistir, con manchas, etc. Se busca una uniformidad, ya que es un uniforme, y este busca la hegemonía, pero la hegemonía excluye a quien no puede adaptarse a la misma, porque no diferencia motivos. La escuela es una de las instituciones donde primero se excluye a los miembros de la sociedad desde el momento que busca categorizarlos, por barrios, notas, orientaciones de asignatura, comportamiento etc. Se excluye categorizando, todos hemos escuchado a alguien haciendo referencia sobre otro como “niño problema” o que “no le da la cabeza” o que es “vago”, quedando estos entre muchas otras “clases” fuera de sistema de producción de social. A modo de cierre, en un futuro próximo, seguramente se mitiguen ciertas cuestiones de exclusión social, el sistema tiende a mejorar y con él la gente que sostiene a este sistema, formando una retroalimentación en que uno sostiene al otro. Pero para esto habrán pasado ya muchas vidas por las miserias a las que no han encontrado solución.
MANGIONI, María Belén. Reflexión “Un zapato perdido”- Gentili, Pablo. En la historia del zapato perdido el autor manifiesta varias cuestiones. Entre estas cuestiones, una de las más importantes es el tema de la exclusión. Sin embargo, lo que el autor quiere destacar, no es específicamente el grado de exclusión presente en la sociedad o el por qué de la exclusión, sino la mirada normalizadora de la sociedad hacia ella, lo cual es un asunto realmente preocupante. A raíz de la pérdida del zapato de Mateo, su papá comienza a plantearse cómo que es existe la posibilidad de que las personas que viven en un lugar donde reina la pobreza, así como también el lujo, como lo es Brasil, se impresionen tanto porque a un niño le falta un zapato, es decir, cómo es que resulta extraño que personas que están acostumbradas a ver diariamente niños descalzos, se sorprendan por uno en particular.
Lo que realmente sucede, es que este niño que va con su papá sin un zapato, es un niño de clase media. Para la gente, es "anormal" que a un niño de clase media le falte un zapato, sin embargo, no es para nada extraño que un niño pobre esté descalzo.
La exclusión siempre estuvo presente. Se puede decir que está tan presente que ya es común convivir con ella, olvidándonos de que es un problema que afecta a muchas personas. A nadie le preocupa, a nadie le importa y a nadie le indigna. La exclusión está presente entre nosotros, pero nadie la ve.
La educación también es fuertemente afectada por la exclusión. Lo que se hizo por parte del Estado fue posibilitar el acceso a la escuela a aquellas personas que no lo tenían. Lo malo de esto, es que aquel acceso incluía otros tipos de obstáculos que incrementaron la exclusión, como por ejemplo, la calidad de la educación a la cual tenían acceso las personas sin recursos no era la misma que la de personas con medios o altos recursos. "Lo de siempre: escuelas pobres para los pobres y ricas para los ricos." "Que todos tengan acceso a la escuela no significa que todos lo tengan al mismo tipo de escolarización.", estas frases extraídas del texto, acompañan mi reflexión.
El Estado mismo y nosotros como sociedad somos los culpables de normalizar la exclusión y de ese modo, ninguna persona es capaz de tomar medidas para actuar en contra de ella. Por eso, las personas que estamos encaminadas a ser futuros docentes y que estaremos en contacto con quienes van a formar el futuro de nuestro país, debemos aprovecharnos de esa ventaja de estar frente al aula, cara a cara con muchas personas que siguen nuestro ejemplo e informar a los alumnos sobre la exclusión, sobre la pobreza, debemos decir la verdad de lo que sucede, ofrecerles a los alumnos esa mirada crítica que algún día les permitirá, de algún modo, actuar.
También como docentes debemos unirnos y actuar entre todos, por nuestros derechos y por los derechos que la sociedad debe hacer valer para poder obtener una educación de calidad, una vida digna, una sociedad en la que todos nos preocupemos por las personas de nuestro alrededor y no mirar hacia un costado, como muchos suelen hacer.
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Reflexión grupal sobre el texto “un zapato perdido” (Acuña Antonella, Altamirano Florencia, Borgo Juan Cruz, Galeano Paula, Quinteros Evelyn, Voscovoinik Florencia.)
ResponderBorrarComo punto de partida mencionaremos la mirada normalizadora que se expresa en el texto. Desde ella se perciben las distintas realidades sociales como normales o naturales, y aceptamos tal cual las percibimos. Un ejemplo de esto es el trabajo infantil, el cual se puede observar comúnmente en los niños provenientes de condiciones pobres, vendiendo diarios o pidiendo monedas, en cualquier punto de las ciudades y horarios. Si bien todos sabemos que esto no tendría que ser así, lo tildamos como natural o normal.
Desde allí podemos distinguir dos divisiones. Por un lado lo “normal”, que se puede ejemplificar con el trabajo infantil que mencionamos anteriormente. Y por otro lado, lo “anormal”, que se puede ejemplificar cuando una persona pobre logra salir de su estado de indigencia para ocupar un mejor lugar social gracias a un trabajo digno. Aquí vemos a lo “normal” como lo natural –naturalizado- algo que es y va a ser así, aunque no tendría que serlo; y lo “anormal” como algo extremadamente extraño, y que nunca se pensaría posible aunque lo fuese.
Profundizando en este último punto, debemos mencionar que los índices de analfabetismo han disminuido, pero la exclusión educativa no ha cesado, simplemente se ha desplazado. Algo parecido ocurre con los índices de pobreza, lo cual nos remite a la necesidad de políticas más abarcadoras y justas. La ausencia de las mismas demuestra una sociedad fragmentada, distinguiéndose personas con diferentes posibilidades y realidades sociales. Las personas no favorecidas ocupan un lugar de invisibilidad en nuestras realidades, y a su vez estas dejan de ser un problema social, y pasan a ser un dato, una estadística más.
De esta manera, podemos mencionar la presencia de una mayoría, que es la suma de múltiples minorías (pobres, analfabetos, desempleados, entre otros), la cuales se refieren al conjunto de realidades sociales desplazadas y vulnerables, a las cuales el autor llama “invisibles”.
El auto diferencia tres clases de exclusión:
• Expulsión o exterminio.
• Confinamiento o reclusión.
• Segregación inclusiva.
Haremos principal hincapié en la tercera clase de exclusión, ya que el autor afirma que es la forma aceptada por la sociedad. En palabras textuales: “… son los subciudadanos, que conviven con los incluidos, pero sin sus derechos…” Creemos que esto hace referencia a la aceptación que hoy en día les damos a los marginados de la sociedad, haciendo de esto algo normal, cuando en realidad no lo es, y hay una explicación histórica.
Para concluir, queremos reflexionar sobre la siguiente frase que el autor expresa:
“…La escuela democrática debe contribuir a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta…”
Según nuestro criterio, creemos que las divisiones sociales nunca desaparecerán, pero el objetivo debería ser buscar la equidad social entre las diversas realidades, para que así todos podamos gozar plenamente de nuestros derechos sin ninguna clase de discriminación; y por consiguiente desplazar la condición de invisibilidad de los sectores vulnerables. Para lograrlo, no solo el sector gubernamental debe tomar cartas en el asunto, sino también todas las personas que conforman la comunidad.
REFLEXIÓN SOBRE "UN ZAPATO PERDIDO" (KUHN, VICTORIA BELÉN)
ResponderBorrarResulta normal ver centenares de chicos deambulando por las calles, sin zapatos y pidiendo limosnas, así de esta manera se vuelve a los hechos cotidianos, por ejemplo la concentración de la riqueza para algunos o la ampliación de miserias o pobreza para otros, a través de los discursos de los medios de comunicación.
En otras ocasiones, no todo es "normal" como dije en un principio; también hay situaciones "anormales" en nuestra sociedad y es que un niño de clase media ande descalzo ya que esto ocultaría u oculta hechos visibles. Por lo tanto puedo expresar que la exclusión es invisible a los ojos, en tanto y por cuando se suprime, se excluye en situaciones especiales o se segrega. De esta manera así,"los excluidos" deben acostumbrarse, y la exclusión se "normaliza" desapareciendo como problema y se vuelve solo un dato, nos acostumbra a su presencia y llega a producirnos indignación. Esta indignación se produce al descubrir que, en gran parte del mundo hay mas excluidos que incluidos.
A raíz de esto y por lo tanto, la misión de la escuela democrática es contribuir de alguna forma a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta; ademas que todos los chicos y/o adultos tengan el mismo tipo de escolarización y no ofrecer y plantear que la educación pobre es para los pobres y también permitir a las diferentes élites la posibilidad de poder acceder a una educación de excelencia.
Reflexión sobre el texto. Oliveri Agustina y Pereyra Marina.
ResponderBorrarA partir de la lectura del texto: “Un zapato perdido” podemos decir que lo que resalta el autor, el problema de la exclusión, es algo que se manifiesta de manera recurrente en nuestra sociedad. Pero aquí la cuestión central es que muchos de nosotros sabemos que esto está presente pero pareciera que es más fácil hacer oídos sordos y, por lo tanto, no nos hacemos cargo de un problema que cada vez se acrecienta. Por otra parte, percibimos que todos sabemos de qué se trata y a quienes afecta la exclusión, pero tendemos a tomarlo como algo “normal”, algo que sucede, sucedió y siempre va a estar presente.
La exclusión afecta directamente a la educación, fingiendo un tipo de inclusión que en realidad se basa en dar escasa/pobre formación a las personas de bajo nivel económico; beneficiando a aquellos sectores más privilegiados.
El Gobierno es aquel que trata de subsanar las necesidades de los sectores más vulnerables por medio de planes o políticas sociales, dibujado la desaparición de la exclusión. Sin embargo, lo alarmante es que no trata las causas de esta problemática, no las explica; sino que se empeña en dar soluciones rápidas a un problema que tiene una larga trayectoria. Ahora, es fácil hacer recaer la responsabilidad solamente en el Gobierno, pero como miembros de la sociedad es importante reconocernos como responsables y cómplices, ya que en muchas ocasiones somos quienes “hacemos exclusión”, en todo tipo de actos y ámbitos.
Tenemos que tratar de no callar problemáticas como la pobreza o la exclusión y ver el modo de poder llegar a las causas que las generan. Como futuros docentes nuestro rol es ofrecerles un punto de vista crítico a los alumnos para que puedan ver estos problemas que forman parte de la comunidad en la que estamos, y no mantenerlos en el silencio; porque de lo contrario, continuará siendo así y será cada vez más difícil encontrarle una solución.
Debemos luchar por una sociedad más justa, en la que todos tengan igual acceso a la educación y que la misma permita formar personas críticas, con la capacidad de interrogarse, cuestionar para indagar acerca de aquellos problemas que nos afectan. En cierta forma, se trata de dejar de lado un poco el egoísmo y ver como se encuentran los demás miembros de la sociedad que construimos entre todos.
Análisis: “El zapato perdido”. Tonello, Tamara.
ResponderBorrarA partir del relato de una actividad cotidiana llevada a cabo por una familia de clase media, el autor, refleja los profundos contrastes donde, por ejemplo, el lujo y la miseria conviven. En esta narración toma como objeto simbólico un zapato, el cual tenerlo o perderlo, representa la ausencia o no de los derechos humanos más elementales. De esta manera, nos deja comprender cuestiones como la exclusión social y educativa. “De allí que, mientras es ´anormal´ que un niño de clase media ande descalzo, es absolutamente ´normal´ que centenares de chicos deambulen sin zapatos por las calles de Copacabana pidiendo limosna.” En esta cita se explica como la exclusión se normaliza y así, se naturaliza, y en consecuencia se invisibiliza.
En las sociedades fragmentadas, “…la exclusión se desvanece en el silencio de los que la sufren y de los que la ignoran… o la temen.” A pesar de que estas situaciones nos indignan y nos generan impotencia, su presencia nos parece tan natural que, de alguna manera, nos deja de preocupar. Tal vez por resignación o por miedio, los no excluidos se acostumbran a la exclusión, así como también los excluidos. Así, la exclusión se vuelve tan cotidiana que deja de espantar. “Y el temor es siempre aliado del olvido, del silencio…”. La exclusión se vuelve transparente y por lo tanto invisible.
Según Robert Castel, existen cualitativamente diferentes formas de exclusión. Por un lado, la supresión completa de una comunidad mediante la expulsión o el exterminio. Este tipo de exclusión está presente en colonizaciones, holocaustos, dictaduras, gobiernos civiles, gobiernos irresponsables. Por otro, la exclusión como mecanismo de confinamiento o reclusión. Ésta, recae sobre los niños delincuentes, los indigentes, los abuelos que viven en asilos, los niños que concurren a escuelas “especiales”, los ancianos excluidos en geriátricos. La tercera forma de exclusión es la forma “generalmente usada para excluir”. La naturalización de los problemas es un hecho de construcción histórica, ideológica, discursiva, moral. Tenemos tan arraigada la exclusión que se vuelve parte de nosotros, de la sociedad. Nos volvemos ciegos ante lo claramente explícito.
Aunque parezca contradictorio, la escuela ha sido una institución de exclusión. Este fenómeno se muestra no solo comparando países sino también, comparando las instituciones de un mismo país, expresando así, circuitos educativos diferenciados. Estos circuitos segmentados ofrecen educación pobre para los pobres y una educación de excelencia para quienes tienen la posibilidad de acceder a ella. Este escenario muestra como la escuela, institución social encargada de formar ciudadanos para la sociedad, contribuye a tomar visibles los procesos de exclusión pero no a reflexionar sobre ellos. Entonces, si la escuela es un organismo clave para la sociedad, refiriéndome aquí a una sociedad demócrata, ¿por qué “aporta” a normalizar la exclusión? ¿No debería provocar reflexión sobre esto? El normalizar este hecho lo hace invisible, inexistente y es eso justamente lo que no debe suceder. “La escuela democrática debe contribuir a volver visible lo que la mirada normalizadora oculta.” “(mirada)…que supone negar los más elementales derechos humanos y sociales a las grandes mayorías.” La escuela debe aportar su granito de arena fundamental en este proceso de lucha contra la desigualdad. Al luchar contra ésta y otras desigualdades estamos trabajando en pos de una sociedad donde ser diferente solo sea un proceso de construcción de nuestra personalidad, autonomía y libertades. Y donde se pueda diferenciar entre el perder un zapato por descuido o por negación.
Reflexión sobre el texto "Un zapato perdido". Belmonte, Marianela; Piemontesi, Natali y Polo, Luciana.
ResponderBorrarEn el texto “Un zapato perdido” podemos ver que el autor manifiesta varias ideas. Una de ellas, y la principal, es la generosidad que revela la sociedad ante un acontecimiento tan sencillo como lo es la pérdida de un zapato, no es el hecho de la pérdida del zapato lo que incomoda sino cómo la gente reaccionaba ante esta situación. La gran incongruencia, así como el autor lo menciona en el texto, es que la gente que vive en este lugar está familiarizada con el hecho de ver niños descalzos continuamente y familias viviendo a la intemperie, pero aun así reaccionan “sorprendidos” al ver que el niño que va en el coche llevado por su padre perdió su zapato y se lo hacen saber a éste, solamente por el hecho de ser de clase media, claro ejemplo de hoy en día, no parece interesarnos mirar más allá de nuestro alrededor.
La pérdida del zapato es un hecho que nos causa curiosidad ya que es anormal ver a un niño de clase media descalzo, pero es absolutamente normal que chicos de la calle deambulen en esta situación. Es aquí donde la “anormalidad" vuelve los acontecimientos visibles, y al mismo tiempo la “normalidad" tiende a ocultarlo. Lo normal se vuelve cotidiano y la visibilidad de lo cotidiano se desvanece como producto de su naturalización. La exclusión es invisible a los ojos y la invisibilidad es la marca más visible de los procesos de exclusión. Como afirma el sociólogo Robert Castel existen tres formas diferenciadas de exclusión. Por un lado, la supresión completa de una comunidad por expulsión o exterminio. Por otro la exclusión como mecanismo de confinamiento o reclusión y como tercera modalidad el segregar incluyendo" atribuyendo un status especial a determinadas clases de individuos. Esto tiene que ver con la escuela ya que la proclamada unidad de los sistemas educativos nacionales siempre fue más una aspiración que realidad. Estos circuitos fueron configurando un orden institucional donde la norma ha sido casi siempre la de ofrecer educación pobre a los pobres y permitiendo a una élite el acceso a una educación de excelencia. La posibilidad de disminución de estos índices no necesariamente deberá significar el fin de estas políticas de segregación sino que intensifica los procesos de exclusión incluyente.
Estos problemas de exclusión suceden a diario alrededor nuestro y en innumerables partes del mundo no solamente en Río de Janeiro, lo más grave es que nos acostumbramos a ver estas situaciones. La escuela, como señala en el texto, también hace estas exclusiones dando una mejor educación para los ricos y dándole a los pobres una educación de menor calidad cuando en realidad lo que debería hacer es, “...ayudar a interrogar, cuestionar, comprender los factores que han contribuido a la barbarie que supone negar los más elementales derechos humanos y sociales a las grandes mayorías”. Así mismo, nosotros como docentes deberíamos plantearles a los alumnos éstas diferencias entre clases sociales pero que se den cuenta que el problema es importante en ambas clases, que cuando vean a alguien “descalzo” de clase baja reaccionen de la misma manera que lo harían con alguien de clase media.
CENTURION MAXIMILIANO - ROISMAN YAEL
ResponderBorrarPara hacer una reflexión sobre el texto de Pablo Gentili, “El zapatito perdido”, primero podríamos definir que es la exclusión social. Se entiende por exclusión social la falta de participación de segmentos de la población en la vida social, económica y cultural de sus respectivas sociedades debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades básicas que hacen posible una participación social plena.
Los excluidos están por todos lado, ¿por qué entonces no los vemos?. Aprendemos a normalizar situaciones que vemos a diarios, como lo es por ejemplo un niño pidiendo en la calle. Nos acostumbramos a vivir con su presencia. El Estado, responsable de dar condiciones apropiadas a quienes mas lo necesitan, no aplica estrategias aptas para solucionar la problemática, entonces la exclusión se reduce a ser solamente una estadística .
La normalización de la exclusión empieza por el miedo, “aliado del olvido y del silencio” dice el autor Gentili.
La educación juega un papel fundamental y a la vez contradictorio, ya que al formarnos y ser parte del sistema educativo, se está a “salvo” de la exclusión pero a la vez, ese aprendizaje llevará a excluir a otros, a tener esa mirada normalizadora.
La educación se encuentra segmentada, brindándole mejores posibilidades a aquellos que puedan pagar por ella.
La escuela, en su participación activa en la vida de los seres humanos y a pesar de ser parte del sistema, debería realizar un cambio y generar conciencia. Nosotros como futuros docentes, debemos tomar el compromiso y ampliar la visión de nuestros alumnos. Como logramos extender nuestra mirada y perspectiva a través de este trabajo.
CORRADINI, Vanesa PORTA, Flavia
ResponderBorrarPodemos decir que Gentili a través del relato intenta analizar la situación social en el contexto actual de desigualdades tan evidentes que se normalizan y naturalizan tornándose así invisibles y dejando al descubierto el proceso de exclusión social que parece haber perdido su capacidad de conmover al resto de los ciudadanos, quienes frente a una cruel realidad vivida por millones de conciudadanos, más allá de percibirlo como un dato estadístico de la realidad, no llegan a movilizarse, lo ignoran como problema y por lo tanto para ellos se desvanece.
Así podemos apreciar que menciona los profundos contrastes que conviven y confrontan en una misma cuidad, el lujo y la miseria; la ostentación y el extremo desamparo.
Esta realidad se enmarca dentro de un sistema capitalista voraz que constantemente genera un circulo de exclusión donde los incluidos y quienes se encuentran bajo la condición de excluidos se perciben con un temor y una desconfianza recíprocos, así también la mirada selectiva de aquellos más privilegiados que registra solo lo que relaciona con sus pares en el sistema y ve como un obstáculo en su camino las peripecias vividas por tantos excluidos. Esta modalidad de exclusión, que consiste en segregar incluyendo acaba por generar más individuos fuera que dentro del sistema, los que no alcanzan las expectativas del mismo terminan “a la intemperie” ya sea los pobres, desempleados, inempleables, sin techo, mujeres, sin tierra, ancianos, negros … cualquier persona que por algún motivo no resulte funcional al sistema.
Respecto al sistema educativo el autor expresa que más allá de sus intentos en Latinoamérica de universalización escolar para contribuir a la disminución de la brecha, la norma no ha dejado de ser en sus palabras: ofrecer educación pobre a los pobres y permitir a las elites la posibilidad de acceso a una educación de excelencia. Constituyéndose en un apartheid educativo que no cesa ya que las políticas adoptadas para cambiarlo no han sido efectivas. No se ha llegado a atacar las causas de este proceso simplemente se han focalizado en atender a los efectos. Porque la justicia social en esta región del planeta no resulta conveniente a los intereses del sistema económico, existe entonces escuela para pero el derecho a la educación paradójicamente es para unos pocos.
Una falsa solidaridad, discriminativa, con la excusa del estímulo a la responsabilidad social ha extendido una avalancha de mensajes del marketing social (sea amigo de los pobres) de empresas y gobiernos, ahora sensibilizados por la miseria, o más que sensibilizados en nuestra opinión preocupados por sus intereses que podrían ser afectados por las necesidades y demandas de estas masas excluidas.
El anhelo que se manifiesta al final del texto refleja el deseo de que las futuras generaciones tengan acceso a una educación verdaderamente justa y liberadora que permita enseñar a mirar a todos, sin distinciones, sin prejuicios. Particularmente compartimos este deseo del autor ya que lo visualizamos como única posibilidad de cambiar esta realidad tan injusta.
Romero, Constanza - Romero, Jesica - Ruiz, Eugenia
ResponderBorrarLo que refleja el texto del “zapato” es cómo como sociedad, si bien reconocemos que existencia de una población menos privilegiada, lo asumimos como algo cotidiano y normal. Desde nuestro lugar de privilegio, éste es el status quo de nuestra sociedad, la manera en la que ésta funciona, y aunque existen maneras en las que esto se puede cambiar preferimos quedarnos en nuestra zona en confort y ser tan solo unos espectadores ante la exclusión que otros y nosotros mismos generamos.
La normalización de la exclusión se produce al descubrir que, a fin de cuentas, en una buena parte del mundo hay más excluidos que incluidos.
Podemos diferenciar tres formas de exclusión:
- Supresión completa de una comunidad mediante la expulsión o exterminio, por ejemplo: los refugiados que mueren tratando de cruzar las fronteras, ya sea desde México hacia EE.UU. o desde África hacia Europa;
- Expulsión como mecanismo de confinamiento o reclusión, por ejemplo las personas con enfermedades psiquiátricas que son confiscadas por sus familias o el Estado en hospitales públicos, donde su estadía no es controlada y hasta, a veces, insalubre;
- Y segregar incluyendo, como los drogadictos que son “incluidos” en sistemas de recuperación pero al mismo tiempo son excluidos porque el Estado mismo no brinda un buen servicio por falta de buenas políticas de salud ;
Segregar incluyendo es la forma “normal” de excluir. Y de esa manera es transparente o invisible. Se produce mediante la aceptación de los “incluidos”. Es una construcción histórica, ideológica, discursiva, moral que se introduce en la vida cotidiana. “Nadie ve nada, nadie sabe nada. Y cuando las cosas se ven, cuando todos saben todo y nadie dice nada, la mirada cotidiana las vuelve ajenas”.
Desde los procesos de colonización, los sistemas educativos se desarrollaron a diferentes velocidades.
En América Latina se crearon sistemas educativos muy diferenciados, de acuerdo a los tipos de población, infraestructura, y el ejercicio de las funciones docentes. Estos generaron diversidad institucional, donde la norma casi siempre era ofrecer una educación pobre para los pobres, mientras que las clases de elites obtenían un nivel educativo de excelencia. Es así que el derecho a una educación, se constituye como un privilegio para aquellos que estén en condiciones de poder pagarlo.
Reflexión sobre el texto “Un Zapato Perdido” de Pablo Gentili por Juan Agustín Raimundo
ResponderBorrarLa normalización de lo anormal está sujeta a la cantidad de exposición que recibe una persona a la anormalidad en concreto. Así es pues, que las personas en las sociedades latinoamericanas, donde “el lujo y la miseria conviven de forma no siempre armoniosa” (Gentili) normalizan la exclusión de diversas partes sociales; niños de la calle, sin techo, negros, analfabetos, desempleados, personas con capacidades diferentes, etc.
Esta normalización es la que no permite abordar soluciones a estos problemas, porque siquiera vemos un problema, y si lo vemos es algo fugaz que dura solo el momento en que lo percibimos como tal y se va de nuestras mentes al doblar la esquina, quizás relegando la solución al “Estado” como que si este por obra de magia fuera a solucionar los problemas antes presentados, olvidando que el estado es un reflejo de su sociedad ya que lo componen personas que son parte de ésta.
La normalización vuelve invisible los problemas sociales.
La escuela es medio de exclusión en donde se persigue una homogeneidad que, al no ser cumplida por diversos factores por parte de una porción de su alumnado, el mismo queda excluido, rebasado por demás pares, entes compactos de una hegemonía de función normalizadora.
Para afirmar esto podemos basarnos en el emblema mayor de las escuelas primarias públicas, el cual es el guardapolvo blanco, hecho para proteger la ropa, evitar que sea la ropa rota, descocida o maltratada con la cual algunos alumnos deben asistir, con manchas, etc. Se busca una uniformidad, ya que es un uniforme, y este busca la hegemonía, pero la hegemonía excluye a quien no puede adaptarse a la misma, porque no diferencia motivos.
La escuela es una de las instituciones donde primero se excluye a los miembros de la sociedad desde el momento que busca categorizarlos, por barrios, notas, orientaciones de asignatura, comportamiento etc. Se excluye categorizando, todos hemos escuchado a alguien haciendo referencia sobre otro como “niño problema” o que “no le da la cabeza” o que es “vago”, quedando estos entre muchas otras “clases” fuera de sistema de producción de social.
A modo de cierre, en un futuro próximo, seguramente se mitiguen ciertas cuestiones de exclusión social, el sistema tiende a mejorar y con él la gente que sostiene a este sistema, formando una retroalimentación en que uno sostiene al otro. Pero para esto habrán pasado ya muchas vidas por las miserias a las que no han encontrado solución.
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ResponderBorrarMANGIONI, María Belén.
ResponderBorrarReflexión “Un zapato perdido”- Gentili, Pablo.
En la historia del zapato perdido el autor manifiesta varias cuestiones. Entre estas cuestiones, una de las más importantes es el tema de la exclusión. Sin embargo, lo que el autor quiere destacar, no es específicamente el grado de exclusión presente en la sociedad o el por qué de la exclusión, sino la mirada normalizadora de la sociedad hacia ella, lo cual es un asunto realmente preocupante.
A raíz de la pérdida del zapato de Mateo, su papá comienza a plantearse cómo que es existe la posibilidad de que las personas que viven en un lugar donde reina la pobreza, así como también el lujo, como lo es Brasil, se impresionen tanto porque a un niño le falta un zapato, es decir, cómo es que resulta extraño que personas que están acostumbradas a ver diariamente niños descalzos, se sorprendan por uno en particular.
Lo que realmente sucede, es que este niño que va con su papá sin un zapato, es un niño de clase media. Para la gente, es "anormal" que a un niño de clase media le falte un zapato, sin embargo, no es para nada extraño que un niño pobre esté descalzo.
La exclusión siempre estuvo presente. Se puede decir que está tan presente que ya es común convivir con ella, olvidándonos de que es un problema que afecta a muchas personas. A nadie le preocupa, a nadie le importa y a nadie le indigna. La exclusión está presente entre nosotros, pero nadie la ve.
La educación también es fuertemente afectada por la exclusión. Lo que se hizo por parte del Estado fue posibilitar el acceso a la escuela a aquellas personas que no lo tenían. Lo malo de esto, es que aquel acceso incluía otros tipos de obstáculos que incrementaron la exclusión, como por ejemplo, la calidad de la educación a la cual tenían acceso las personas sin recursos no era la misma que la de personas con medios o altos recursos. "Lo de siempre: escuelas pobres para los pobres y ricas para los ricos." "Que todos tengan acceso a la escuela no significa que todos lo tengan al mismo tipo de escolarización.", estas frases extraídas del texto, acompañan mi reflexión.
El Estado mismo y nosotros como sociedad somos los culpables de normalizar la exclusión y de ese modo, ninguna persona es capaz de tomar medidas para actuar en contra de ella. Por eso, las personas que estamos encaminadas a ser futuros docentes y que estaremos en contacto con quienes van a formar el futuro de nuestro país, debemos aprovecharnos de esa ventaja de estar frente al aula, cara a cara con muchas personas que siguen nuestro ejemplo e informar a los alumnos sobre la exclusión, sobre la pobreza, debemos decir la verdad de lo que sucede, ofrecerles a los alumnos esa mirada crítica que algún día les permitirá, de algún modo, actuar.
También como docentes debemos unirnos y actuar entre todos, por nuestros derechos y por los derechos que la sociedad debe hacer valer para poder obtener una educación de calidad, una vida digna, una sociedad en la que todos nos preocupemos por las personas de nuestro alrededor y no mirar hacia un costado, como muchos suelen hacer.
Hola
ResponderBorrarHola!!! me podrian explicar como explica gentili la educacion?
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